El antecedente histórico para incluir un sistema de marcas en los diccionarios se encuentra en un criterio didáctico con el que se busca clasificar las palabras para describir su correcto uso a fin de decodificarlas de manera eficiente en el texto. Este criterio tuvo su origen en los manuales de enseñanza de latín.
Aunque el primer diccionario escrito en español fue publicado en 1611 hay antecedentes que sirvieron de base tanto al desarrollo de la lexicografía moderna española como a la elaboración de obras de mayor envergadura. Entre estos antecedentes y quizá de los más notables cuentan las obras escritas por Elio Antonio de Nebrija, estudioso de las lenguas clásicas y profesor de humanidades, quien tuvo gran interés en mejorar la enseñanza del latín y para ello escribió en 1492 el Lexicon hoc est Dictionaium ex sermone latino in hispaniensem o Diccionario latino-español y el Dictionarium hispanumlatinum o Vacabulario español-latino, publicado aproximadamente en 1495. Ambas obras se toman como antecedentes de los diccionarios modernos ―aunque estén más cerca de la tradición medieval y sean monolingües en latín―, porque sus entradas incluyen explicaciones sobre el uso normativo de esas unidades léxicas que recoge y porque Nebrija, para describir el léxico, distingue cinco tipos de vocablos: oscos, antiguos, nuevos (los peregrinos) y bárbaros (los extranjerimos) lo que antecede magníficamente el sistema de marcación usado posteriormente en los diccionarios modernos.
Un siglo más tarde se inicia en España la Lexicografía moderna con la elaboración de materiales destinados a describir el léxico propio de una lengua ya establecida. Sebastián de Covarrubias publica en 1611 el Tesoro de la lengua castellana o española, obra considerada como el primer diccionario monolingüe general de la lengua española. Como elemento característico de este diccionario, y de los que le continuarán, ―con respecto al sistema de marcas del diccionario― está el dar cuenta de la etimología de cada unidad léxica «el Tesoro surge con la finalidad erudita de construir un repertorio alfabético de las etimologías del español, en emulación de lo que para la lengua latina había hecho San Isidoro» (Medina Guerra Antonia: 221). Así la etimología es otro elemento que se sumará en adelante a la descripción del signo lingüístico que se quiere describir junto a las aportaciones hechas por Nebrija: explicaciones normativas que derivarán en marcas de tipo morfológicas y clasificaciones del tipo de lema según la diacronía de las mismas.
Un siglo más tarde, en 1713, se funda la Real Academia de la Lengua con el objetivo de elaborar el Diccionario de la Lengua Española. La academia asume como filosofía el cuidado del idioma, a fin de estabilizar la lengua española por medio del registro de sus voces en el diccionario, para así perpetuarla e institucionalizarla de manera definitiva. La idea del marqués de Villena, fundador, es que la lengua española logre la plenitud y para ello considera necesario que sea «limpia», quede «fijada» y continúe con el «esplendor» alcanzado. Bajo esta filosofía en 1729 se publica el primer tomo del Diccionario de Autoridades, primer diccionario de la lengua española, elaborado con los elementos de la tradición clásica, la tradición del humanismo y la innovación del siglo xviii, con esta fundamental obra se inicia la tradición o el intento de que los diccionarios sean meramente lingüísticos.
Para 1780 la Academia decide hacer un diccionario en un tomo, para lo que se toma el contenido del Diccionario de Autoridades y le son eliminadas las citas. Como aspecto fundamental para el tema aquí tratado está el que en este diccionario se incluyan abreviaturas que venían a resumir de manera sistemática información contenida en Autoridades, la cual debía resumirse para ahorrar espacio y lograr el objetivo, publicar un diccionario en un tomo. Estas abreviaturas vinieron a sistematizar la información del signo palabra contenida en el primer enunciado de la definición. Ya Autoridades contenía abreviaturas, aunque sumaban someramente la veintena y el diccionario usual introduce una centena, comenzando a tomar así esta obra las características que hoy día tiene el Drae.
De estos antecedentes se entiende que la información contenida en el primer enunciado del artículo lexicográfico, esto es, información gramatical, especificidad técnicas, origen de la palabra, información diacrónica e incluso diatópica ha surgido de la enseñanza de la lengua y de los diversos intentos de hacer un diccionario de la lengua española. Esa información ya inherente a un diccionario es un aspecto fundamental de este tipo de obras de consulta.
Un siglo más tarde, en 1713, se funda la Real Academia de la Lengua con el objetivo de elaborar el Diccionario de la Lengua Española. La academia asume como filosofía el cuidado del idioma, a fin de estabilizar la lengua española por medio del registro de sus voces en el diccionario, para así perpetuarla e institucionalizarla de manera definitiva. La idea del marqués de Villena, fundador, es que la lengua española logre la plenitud y para ello considera necesario que sea «limpia», quede «fijada» y continúe con el «esplendor» alcanzado. Bajo esta filosofía en 1729 se publica el primer tomo del Diccionario de Autoridades, primer diccionario de la lengua española, elaborado con los elementos de la tradición clásica, la tradición del humanismo y la innovación del siglo xviii, con esta fundamental obra se inicia la tradición o el intento de que los diccionarios sean meramente lingüísticos.
Para 1780 la Academia decide hacer un diccionario en un tomo, para lo que se toma el contenido del Diccionario de Autoridades y le son eliminadas las citas. Como aspecto fundamental para el tema aquí tratado está el que en este diccionario se incluyan abreviaturas que venían a resumir de manera sistemática información contenida en Autoridades, la cual debía resumirse para ahorrar espacio y lograr el objetivo, publicar un diccionario en un tomo. Estas abreviaturas vinieron a sistematizar la información del signo palabra contenida en el primer enunciado de la definición. Ya Autoridades contenía abreviaturas, aunque sumaban someramente la veintena y el diccionario usual introduce una centena, comenzando a tomar así esta obra las características que hoy día tiene el Drae.
De estos antecedentes se entiende que la información contenida en el primer enunciado del artículo lexicográfico, esto es, información gramatical, especificidad técnicas, origen de la palabra, información diacrónica e incluso diatópica ha surgido de la enseñanza de la lengua y de los diversos intentos de hacer un diccionario de la lengua española. Esa información ya inherente a un diccionario es un aspecto fundamental de este tipo de obras de consulta.